Volvió la fiebre amarilla al poder. Volvió la mafia. Amarillo bilis, amarillo cirrosis, amarillo hepatitis, amarillo color calavera de la muerte (destrucción de la vida, de los murales, de las flores, de los pasajeros urbanos en autobuses siniestros). Amarillo Comunicore, amarillo Orión, amarillo “el Chosicano”, Una amiga indignada me decía “siento arcadas cuando veo un descarado polo amarillo aferrado a un pecho despechado junto a una sonrisa cachacienta y cínica”. La autoridad edil se empecinó en hacernos creer que la UNESCO le había ordenado pintar de amarillo los muros de la ciudad, una mentira más de su magín perturbado. A Lima le ha nacido un nuevo Atila que donde pone sus pezuñas no vuelven a crecer las flores. Se ha propuesto convertir La Ciudad Jardín en La Ciudad Hierba. 

¡Oh, palomas de la Plaza San Francisco, ¿por qué no vuelan sobre el halo sagrado del burgomaestre y descargan toda su artillería después de un opíparo almuerzo?