Penoso artículo de nuestro Nobel. Mario ha terminado con su hoja de ruta convertido de “sartrecillo valiente” en recluta de la guerra fría. Se ha ido metamorfoseando con el tiempo, de brioso demoledor del sistema, en levantador de muros, conforme transcurre de su juventud a sus cercanos ochenta. Nunca condenó el bloqueo a Cuba como lo hizo el mundo entero a través de los países representados en las Naciones Unidas. Cuántas páginas suyas contra Cuba gastadas en vano, cuánto odio ahora transmutado en decepción, en disimulado lamento. 

En su reciente crónica “Cuba y los espejismos de la libertad” reconoce por primera vez, en sus multiplicados ataques durante más de 50 años, que “las reformas de la revolución, en los campos de la educación, la medicina y el trabajo habían traído mejoras reales en la condición de vida de los más pobres”. Y añade que esto “adormecía el deseo de la libertad”. Nada más confuso y contradictorio. 

Ahora resulta que un pueblo analfabeto y débil está más cerca de la libertad que un pueblo instruido. Es muy difícil engañar a un pueblo educado porque es más libre, por eso los cubanos defendieron su revolución, su soberanía, y no se doblegaron frente al país más poderoso de la Tierra que ahora acepta que se equivocó, reconociendo hidalgamente el fracaso del bloqueo que le hace tanto daño a Cuba, pero que la obligó a ser cada vez más fuerte y heroica. 

Como todos sabemos, para Vargas Llosa la libertad es sinónimo de capitalismo, obsesión perversa que lo persigue. Se califica él mismo de “liberal”, fragua un “liberal” a su medida y comodidad para rendir culto a la conservadora Margaret Thatcher y a José María Aznar. A Alvaro Uribe, que estuvo vinculado a los grupos paramilitares en Colombia, lo invita a eventos a dar lecciones de “democracia”, y compara con Juana de Arco a Esperanza Aguirre, representante de la derecha española más recalcitrante. Además, este “liberal” insulta y descalifica a todo el que no piensa como él.  

MVLl en su filosofía política considera que todos se equivocan, desde el Papa que ha dicho: “El actual sistema económico es injusto y mata”, hasta Obama que ha expresado: “Intentar empujar a Cuba al abismo no beneficia a los EEUU ni al pueblo cubano”, “ esta política con Cuba ha provocado un aislamiento regional e internacional a nuestro país” aludiendo al brutal bloqueo. 

 Vargas Llosa no sabe si alegrarse o no con la decisión de Estados Unidos y Cuba de reanudar relaciones. Le cuesta reconocer sus equívocos. Nunca denunció el bloqueo y ahora intenta compartir con dudoso entusiasmo la alegría que ha suscitado la noticia de que posiblemente se acabe el acoso económico a la isla. Él prefiere añorar “aquellos tensos años de la guerra fría, donde al menos era muy claro elegir, pues se trataba de optar entre la libertad y el miedo”. ¿Miedo a qué? ¿a una pequeña isla que después de vencer a la dictadura de Batista, derrotó al analfabetismo, a la enfermedad y a la invasión norteamericana? El reconocido novelista escribe siempre contra Cuba tapándose los ojos.

Durante la guerra fría, mientras en América Latina imperaba el fascismo y el hambre, con miles de detenidos, desaparecidos, arrojados desde los aviones al mar, en Cuba se construía una sociedad mejor para los más desvalidos y era un ejemplo de solidaridad con otros países del mundo. Y hoy día, a pesar de sus escasos recursos y soportando el bloqueo, la isla tiene una tasa de mortalidad infantil menor que la de los Estados Unidos, el país más rico y poderoso. Y por supuesto menor que la del Perú, con todo su oro.

En tanto Vargas Llosa se sumerge con nostalgia en aquellos años de la guerra fría.