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El diario de Susy Scott

Una entrevista al escritor peruano Rafael Moreno Casarrubios

Publicado: 2014-03-17

En el panorama actual de la literatura peruana, destaca la obra novelística de Rafael Moreno Casarrubios. Me parece una de las más atractivas y genuinas, producto de una verdadera necesidad comunicativa. Mis preferidas son La tristeza según San Antonio –una estupenda novela, la mejor de su generación-, El perseguido de la calle Gerard y La felicidad era una pelota de fútbol. Todas ellas me han deparado un placer significativo y me han permitido una comunión con la esencia primera de la literatura: el de leer una historia interesante de un modo que cautive, que entre-tenga. Tengo para mí que cuando se realice una criba de lo mejor de las últimas décadas, al menos dos o tres de sus títulos figurarán con plena justicia. Hace uno días pude conversar con él sobre la bella reedición que la Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma ha sacado de El diario de Susy Scott. 

-Es la más autobiográfica de todas –me dice-. Un 80%, digamos. La anécdota es completamente cierta: una alumna prostituta y desquiciada que se enamoró de mí en Sydney, hace muchos años.


¿Qué fue lo que te motivó a escribir sobre ella, como si fueras ella?
Su inteligencia consagrada al mal, con la que no se podía competir. Además de prostituta de casos especiales –tullidos, tarados, perversos- era una jacker temible y extorsionista. A mí me contaba algunas cosas por teléfono y yo reaccionaba según mis estados de ánimo. Pero la escuchaba. Era el otro del hampa. Su mundo era nauseabundamente interesante. Recuerdo que le gustaba el cuento Axolotl, el anfibio que se sentía marginal y que sufría una barbaridad, el cuento de Cortázar. Era mi alumna de literatura fantástica latinoamericana. Ella absorbió todo eso de un modo muy personal y lo trasladó a su realidad, y luego yo convertí su realidad en literatura, como una rueda en busca del sentido.
Más allá de su historia, qué idea te sedujo.
Lo que en sicolingüística se llama “intención comunicativa”, ¿ah? Creo que fue plantearme hasta dónde podía llegar el despecho, la necesidad de venganza, en un ser que se había sentido terriblemente inferior en la infancia y que había tenido una familia horrible, una niña vejada por su padre y todo. Sufrió desde siempre una gran soledad e incomunicación –sobre todo de esas cosas que solo le puedes contar a un sicólogo o a un amigo excepcional, y Roger Balaguer, su profesor e interlocutor por teléfono, le sirve para esos fines-. El diario por naturaleza es una confesión, por otra parte. Y bueno, la única posibilidad que ella tenía de vivir algo placentero era a través de la venganza. Un ser consagrado al mal, como expiación. Una maldita para quien el mal era el bien. Quizás la pudo haber redimido el amor de Roger Balaguer, pero Roger no la puede amar porque él tiene gustos burgueses, aunque sean del filo.
Cuánta gente sufre de lo mismo, de un gran despecho, y no se atreve…
Nos retiene la conciencia legal y algunas gratificaciones personales, o simplemente la cobardía… Por eso ella es literaria, viejo. Al final es un diario novelado, una cosa íntima donde ella no solo cuenta sino analiza y se justifica.
¿Encuentras en la historia alguna influencia de Dostoyevski? En la carátula sale su retrato y ella además lo lee.
Sí, ella lo lee. La influencia puede ser ese existencialismo indominable, tremendo, la filosofía del capricho que se expone en Memorias del Subterráneo, aunque sea consciente de que es autodestructivo –como ella se autodestruye, también-. Según Dostoyesvski, uno prefiere su capricho a lo que le conviene en la vida, lo emocional o irracional por encima de la razón. Además Susy Scott toma la justicia por sus propias manos, lo cual es ciertamente muy placentero y redentor pero no recomendable. Creo que el lector la termina queriendo a pesar de sus chantajes y de todo eso –que más que por un dictado de revancha moral lo hace para ganar dinero, en un par de ocasiones-, por el tono sufrido, por su vida de dolores y amarguras, por ser bastante excluida y por su sensibilidad para los marginados, pero no se atrevería a justificar sus acciones delictivas. ¿Quién lo haría? Otro maldito, sin duda. Los demás nos comemos la mugre, cuando no podemos vengarnos, sabiendo que en muchas partes la justicia es lenta o corrupta o que no cura instantáneamente, como la venganza. Ella se cree Circe, el personaje de la mitología griega que convirtió a los soldados de Ulises en unos marranos. Pero Susy se cree otras personas también, tiene la capacidad –medio clínica- de transfigurarse. Usa la literatura y la mitología como armas de guerra y como justificación, quizás también como consuelo.
Te felicito, Rafael. Hay carne en las cosas que cuentas.
Gracias, viejo.
El final es sorprendente e inquietante... Ella se hace la cirugía plástica, se cambia de nombre y se inserta en la comunidad como una mujer normal, pero es peligrosa, tendenciosa, chismosa, chantajista, etc. Y dice: “su vecina”(es decir, la que te espía, la que te graba, etc).
Todos vivimos bajo su lupa..., y no siempre con el mejor corazón… ¿Sabes qué? Susy parece más peruana que australiana, quizás me despertó un demonio cultural.

Escrito por

Arturo Corcuera

Nació en 1935. Ha publicado, entre otros títulos, Noé delirante ((1963) , Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976).


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Arturo Corcuera

Nació en 1935. Ha publicado, entre otros títulos, Noé delirante ((1963) , Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976).