Villa Stein seguramente consideró que existía un ambiente político fujimorista (un premier de dura estampa con su carnal el ministro del interior de fácil revólver, un estado de emergencia, varios muertos, detenidos, presos, dirigentes perseguidos, seres inocentes empapelados), todo un clima propicio y oportuno para dictaminar que los asesinatos del Grupo Colina, de El Santa y otros tantos crímenes perpetrados no son delitos de lesa humanidad, y poder así sacarlos de la cárcel en breve plazo. Y todo no queda ahí. Tanto el niño como los vendedores de helados que fueron acribillados en Barrios Altos no pueden ser considerados crímenes sino “excesos”. En una reciente entrevista que le hizo en la TV la periodista Sol Carreño al Supremo Villa Stein tuvo que darle ella una explicación sobre lo que la Corte Interamericana entiende por crimen de lesa humanidad. Solo le quedó al magistrado ampararse en reclamar ciertas formalidades que se habían omitido en el juicio y que repetía como único argumento. Todo su alegato estaba dirigido a reducir las penas a los asesinos. “Cuando pienso que esos genocidas eran hombres – como dice César Calvo en Ino Moxo- da ganas de nacionalizase culebra”.