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Galeano, a sol y sombra

Publicado: 2011-06-07

Leer a Eduardo Galeano es asistir a una fiesta del idioma y la inteligencia. Su prosa invita a escribir, contagia. Uno termina con la sensacin de que escribir es fcil, tal es la naturalidad y la claridad con que dice las cosas, virtudes a las que hay que aadir la brevedad, esa capacidad de sntesis de su escritura, y el halo de poesa que la imanta y la embellece. Es un derroche de economa de palabras, y es abundante con tan poco, que el lector agradece y aclama.

Hemos coincidido con Eduardo Galeano en varios eventos. Yo lo he visto de lejos, agitado, asediado y reclamado, antes y despus de cada intervencin. Cuando present en Espaa su libro El Ftbol a sol y sombra , el pblico de Madrid se senta en el amplio espacio apretado de la librera como en el estadio Bernabu en un lleno de bandera, gozoso por ver a su jugador favorito.

En estos tiempos de euforia futbolstica, a Pablo Neruda no lo conmovi el rumor popular de los estadios ni la pujanza juvenil de los juegos olmpicos. Un aficionado podra reprocharle no haber dedicado un poema al ftbol o una oda a la pelota, a l que abarc en su poesa todos los temas, desde los ms elementales y sencillos hasta los ms ambiciosos y trascendentes. En su escasa alusin al balompi, quizs lo ms novedoso fue inventar el verbo futbolar que se infiere de futbole en su libro Estravagario. O quizs fue bastante, dio en el blanco de las redes. La otra cara de la pelota es la de Eduardo que no slo escribe sobre ese deporte sino que tambin lo juega en la cancha, y en el estrado cuando dicta ctedra sobre el tema que equivale para el lector o el aficionado acudir a un buen partido. Lo hemos visto salir al cuadriltero de una librera madrilea, esquivando estantes, libros y aplausos, empezar dribleando, adornarse con una frase de palomita, dar un pase a manera de una bella metfora, avanzar dejando atrs al adversario, sacarse del pecho un adjetivo repentino, convertirlo en baln y dibujar con l una flor en el aire para anotar el gooooooooooooooooooool! ansiado y ovacionado. Se explica entonces por qu le meti un golazo a Mario Benedetti que jugaba de portero en un partido amistoso entre escritores de Amrica Latina que haban asistido a una reunin en La Habana.

Como sus libros anteriores, El Ftbol a sol y sombra tambin es un compendio de gneros, grandes y pequeos. Tiene de cuento, de crnica deportiva, de historia, de poema en prosa, de ensayo corto, de memoria personal, de resea periodstica, nimbado cada texto de un hlito lrico que lo convierte en pieza literaria. Se lamenta de no haber podido incluir en su libro del ftbol, por limitaciones de la editorial, algunos episodios memorables. Uno de ellos lo cont con pesar en la presentacin fue el de Devani, delantero argentino que adrede pate afuera un penal por considerarlo un fallo errado. Al trmino del partido los hinchas casi lo linchan. Cont tambin la noche de gloria y tragedia cuando se inmolaron los jugadores del Dnamo de Kiev, fusilados por ganar un partido a los nazis. Antes de iniciar el juego les haban advertido: perder o morir. Y ganaron. Eduardo coment: la fascinacin de la pelota se impuso al sentido de supervivencia.

Ni en los das difciles de su salud quebrantada Eduardo perdi el humor, la serenidad y la alegra con que escribe. En una carta en la que se senta impedido de venir a Lima, ante una invitacin de Rosario Torres gerente general del Fondo de Cultura Econmica y directora, en ese momento, de la Cmara Peruana de Libro me escribi dndome sus razones:

Querido Arturo:

Gracias mil por el convite. Te pido que transmitas tambin mi agradecimiento a Rosario Torres Pesantes. Lamentablemente no puedo aceptar. Se me ha cruzado un gato negro en el camino. Los mdicos lo llamaron Cncer de Pulmn y yo prefer nombrarlo Impuesto al Placer, que tarde o temprano pagamos los fumadores de toda la vida. Por pagar lo que deba, dej medio pulmn en el quirfano, y pens que haba cumplido. Pero no, despus empez la quimioterapia, que as se llama la Medicina a los bombardeos de Hiroshima que te matan las clulas malas, las dudosas y las buenas tambin, por mi bien y por las dudas, segn me explicaron. En eso ando todava. Despus tendr un tiempo de recuperacin, que me tendr fuera de circulacin quin sabe hasta cundo. Ustedes sabrn comprender. No puedo arriesgar ninguna aparicin pblica, porque mis clulas estn a medio cambiar y no s qu opinan, de la vida y del mundo, las clulas nuevas que estn empezando a ser yo.

No haca mucho Eduardo Galeano haba andado por el desierto de los desiertos del Sahara, sin sentir los signos inamistosos de su salud. En esos enormes espacios deshabitados, azotados incesantemente por fuertes vientos, le sobraba el aire para solidarizarse con los saharauis. Meses despus empez a sentir malestares inquietantes en la respiracin y se produjo el diagnstico, la operacin y el tratamiento de los que ya se ha restablecido.

Las clulas nuevas se han hecho sus lectoras y se disputan sus libros, han remozado la vitalidad y el humor que Eduardo no abandon ni en los momentos ms cruciales. Deca que meses antes haba asistido al Festival Internacional de Cine del Sahara que se realiza todos los aos en medio de esas arideces, donde acampa el pueblo saharaui, desde que Marruecos le arrebat su pas a vista y silencio del mundo entero. Gracias a Argelia que le dio refugio, sobrevive la mayora de sus pobladores en esos parajes inhspitos, soportando las brasas del sol y las tormentas de arena. All -seala Eduardo-, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad ms abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmn. Ah moran sin sus tierras, mares y ros, sin sus rboles y sin sus lluvias. Marruecos slo les dej la sed, la arena en los ojos y las tinieblas de la noche.

Ya son ms de ochenta y dos pases los que han reconocido a la Repblica rabe Saharaui Democrtica, entre los que no figura el Per. No tenemos embajador en ese pueblo indmito y sacrificado, que suea y lucha porque le devuelvan su pas apelando a la solidaridad del mundo. Pablo Neruda, que cant al Per, a sus hroes y a ese asombro de piedra que es Machu Picchu, escribi: Per, pecho del mundo, / corona de las guilas, / existes?.

Galeano escribe que los saharauis se llaman hijos de las nubes porque desde siempre persiguen las lluvias. Desde hace treinta aos persiguen tambin la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece ms esquiva que el agua en el desierto.


Escrito por

Arturo Corcuera

Nació en 1935. Ha publicado, entre otros títulos, Noé delirante ((1963) , Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976).


Publicado en

Arturo Corcuera

Nació en 1935. Ha publicado, entre otros títulos, Noé delirante ((1963) , Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976).